El Pueblo Gallego Nº 944 – Año IV. Vigo, Sábado 12 de Febrero de 1927.
Ya se ha ocupado El Pueblo Gallego de la colaboración irlandesa en la Conferencia Imperial Británica y de la ratificación por el Dail Eireann de la política entonces seguida por los representantes del Estado libre. Pero no he leído ningún comentario acerca de uno de los hechos más importantes de aquella época que ha tenido ya repercusiones notables en la política internacional. Al finalizar los trabajos de la Conferencia, la ciudad de Manchester honró con el título de hijos adoptivos a los representantes de los dominios británicos. En aquella ocasión Mr. Cosgrave, presidente del gobierno del Estado Libre de Irlanda, pronunció un discurso de gran transcendencia política. Basta citar uno de sus párrfos más salientes para hacer resaltar su importancia . dijo Mr. Cosgrave:
“Vuestro país y el mío, separados durante siglos por una trágica serie de acontecimientos, que felizmente ya se ha terminado, dan un ejemplo al mundo de lo que se puede conseguir por medio de la libre asociación de naciones. Mis colegas y yo tenemos la más firme convicción de que las relaciones entre nosotros llegarán a ser un lazo de amistad sincera y duradera, y que los pueblos de estas dos islas, situadas por el Creador tan cerca una de la otra en la superficie del océano, aun cuando difieran en raza y en carácter, se dedicarán desde hoy en adelante más bien a descubrir terrenos de común esfuerzo y de triunfo común que a buscar en las páginas de la historia los recuerdos de las cosas amargas que deben permanecer eternamente sepultados”.
Comentando este discurso el “Manchester Guardian” le concedía una extraordinaria significación y opinaba que sería el motivo de una aproximación a Inglaterra de los numerosos irlandeses residentes en los Estados Unidos, haciendo desaparecer el principal obstáculo que dificultaba el acercamiento anglo-americano, uno de los factores más importantes de la futura política internacional. Su profecía se cumplía a los pocos meses cuando Mr. Hearst hasta entonces enemigo decidido de la Gran Bretaña publicó su célebre artículo declarando que la unión moral anglo-americana era esencial para asegurar la paz del mundo. Esta proposición no ha tenido resultados prácticos por ahora. Es una cuestión demasiado complejapara que el proyecto pueda convertirse en realidad en tan poco tiempo. Ha sido un mero ensayo pero un ensayo que tiene fundamentos muy reales y que ha sido posible gracias a la aproximación anglo-irlandesa y al discurso de Mr. Cosgrave.
Si es aceptada por el Gobierno la ponencia de la comisión que estudió el problema monetario y bancario de Irlanda, será otro motivo de aproximación entre este país e Inglaterra. Propone la citada comisión que la emisión de 6.000.000 millones de libras de billetes del Estado Libre esté garantizada por igual cantidad de divisas inglesas. Esto significa que se establece la solidaridad monetaria entre los dos países, lo cual afianzará aun más la amistad anglo-irlandesa, sobre todo si recordamos que el comercio con Inglaterra representa el noventa por cien del comercio exterior de Irlanda.
Es verdad que existen también factores que revelan una tendencia opuesta, siendo el principal de ellos el deseo de implantar el gaélico como idioma nacional. Pero no es aventurado suponer que el régimen definitivo de idiomas sea bilingüe. Es necesario extremar un poco la política pro-gaélica en estos primeros años para salvar el idioma nativo del atraso que padecía. Pero cuando esté resucitado y establecido como idioma nacional no es de esperar una política de intransigencia respecto al inglés. Los irlandeses se impondrán el trabajo de aprender ambos idiomas por razones de conveniencia práctica y cultural, comprendiendo que los beneficios y la satisfacción resultantes serán una amplia compensación. (El régimen bilingüe lo practica Bélgica desde hace muchos años sin que ello entorpezca la vida del país). Creo, pues, que el factor lingüístico es más bien transitorio y que no será obstáculo para la amistad de los dos países.
Es sorprendente que en menos de seis años se haya pasado del odio y de la guerra civil al estado de cordialidad que hoy existe. Aun quedan muchos enemigos porque hay tristes recuerdos personales que no se borran con tanta facilidad. Pero asombra ver con qué rapidez se va desvaneciendo el recuerdo de siglos de opresión y de odio. Seis años de autonomía han permitido que Irlanda, llegando a la plena realización de su personalidad, ofrezca a la antigua enemiga su franca y amistosa ayuda en el esfuerzo común para alcanzar juntas el triunfo de sus ideales.
Sin pararnos a considerar ciertas enseñanzas políticas bien evidentes que se deducen de estos hechos, no será superfluo exponer algunas de las lecciones que de ellos se desprenden en el terreno del nacionalismo teórico. Ya he expuesto en otro artículo que el nacionalismo no implica el atraso económico puesto que los sectores más avanzados de la opinión irlandesa desean crear un gran país industrial. Tampoco hace peligrar las finanzas del país, ya que Irlanda ha unido su sistema monetario al de Inglaterra, el más sólido del mundo.no aumenta los odios entre los países que se han separado sino que permite que se entiendan y colaboren por primera vez en su historia. Y por último, no reducen la personalidad mundial de la región que se ha separado, ni de la nación que antes la dominaba. Por el contrario, permiten que ambas naciones, unidas voluntariamente por razones ideales y prácticas, desarrollen en el mundo una política de cordialidad y de paz, antes imposible.
Se nota con frecuencia en los sectores más avanzados del galleguismo cierta anglofobia causada por el estudio de las trágicas relaciones anglo-irlandesas. Es de esperar que el profundo cambio que se ha realizado en esas relaciones se refleje pronto en la actitud de los pan-celtas gallegos.
P. R. Castro.