Irlanda y Galicia

Irlanda y Galicia

Céltiga.

Un viaje a Irlanda tiene que ser para un gallego una peregrinación emocionante. Pocos países tiene una historia tan dramática una literatura y una cultura tan atrayentes. Los lazos tradicionales y raciales hacen que esa isla sea para nosotros la nación más interesante del mundo. Pero, aun aparte de estas coincidencias sentimentales, hay una gran semejanza entre las condiciones materiales y los problemas prácticos de los dos países. La geografía y el carácter lo hacen inevitable. Son dos países de clima templado y húmedo, de suelo fértil y paisaje verde, de costas atlánticas, en las cuales se suceden los acantilados majestuosos y las rías amplias y apacibles.

Basta resumir algunos de los aspectos de la vida irlandesa para comprender cuanto se parece a la de Galicia. Casi toda la tierra se halla dividida entre los que la cultivan, gracias a las excelentes medidas del gobierno irlandés para el reparto de la propiedad. En las regiones del oeste, las que más se parecen a algunas comarcas de Galicia, la división es excesiva y hay bastante pobreza. En consecuencia emigran a Norteamérica muchos habitantes de esas regiones. La mitad de los habitantes de Irlanda depende exclusivamente de la agricultura, y la pesca también es un factor importante de la economía de la región. La industria esta poco desarrollada. Es Irlanda un país admirablemente adaptado para el turismo que está llamado a contribuir considerablemente a su prosperidad. Tiene, como Galicia, una gloriosa cultura antigua y un idioma nativo que atravesaron un largo período de decadencia. La población de Irlanda es de cerca de tres millones de personas, pero no es tan densa como en Galicia. En ambos países es típica la diseminación de la población por toda su extensión, en pequeñas aldeas y pueblos, más bien que la concentración en grandes ciudades…

Pero ¡ que orientaciones tan distintas siguen estos pueblos tan semejantes!. El gobierno irlandés ha comprendido que un país donde la propiedad de la tierra se halla muy dividida es indispensable la cooperación, incluso obligatoria, de todos los agricultores. Ve la agricultura como la actividad más importante de la nación y estudia todos los medios de contribuir a su prosperidad. Hace prestamos a los agricultores y a las cooperativas. Fiscaliza la calidad de los productos dedicados a la exportación y si su calidad no es inmejorable no permiten que se exporten, de forma que estos productos se buscan con preferencia en los mercados ingleses y se venden en cantidades cada día mayores.

Pronto se suministrará a todas las regiones del país energía eléctrica a precio de coste, aprovechando la fuerza del río Shannom. Cada año van a Irlanda más turistas debido a una inteligente propaganda de atracción y a la existencia de buenos hoteles. Las comunicaciones son buenas, especialmente las carreteras, lo cual es esencial en un país de población diseminada.

Renace el amor a la antigua cultura y a la tradición y en ellas encuentran su inspiración los admirables escritores irlandeses de estos últimos tiempos. El gobierno estimula por todos los medios a su alcance la resurrección del idioma gaélico y exige su enseñanza en las escuelas. Todo el sistema de instrucción pública a sido reorganizado y puede hoy comparase al de cualquier nación. El gobierno concede tanta importancia a la educación que tiene el propósito de hacer obligatoria la asistencia de los niños hasta cumplir dieciséis años.

La obra del gobierno irlandés durante estos últimos años es sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta las condiciones difíciles en las que inició su labor, en un país anarquizado y sembrado de ruinas materiales y de odios personales. Esta labor no podría haberla llevado a cabo más que un gobierno irlandés de otra forma el pueblo habría llamado tiranía a la energía de los ministros. Y sólo podrían comprender todos los aspectos de la vida de Irlanda y todos los problemas hombres que nacieron y pasaron su vida en el mismo país. Además los intereses económicos de Inglaterra, país casi exclusivamente industrial, e Irlanda, nación casi esencialmente agrícola, eran casi siempre antagónicos y las diferencias de temperamento no permitieron nunca que los dos pueblos colaborasen amistosamente. el resultado de la independencia ha sido que los gobernantes irlandeses han podido dar a su país una orientación netamente nacional, que lo lleva poco a poco a la prosperidad. Y las consecuencias espirituales no han sido menos satisfactorias. Irlanda en lugar de ser un motivo constante de discordia y dificultades para Inglaterra, se ha convertido en una colaboradora dentro del Imperio Británico y en un lazo de unión entre los pueblos de habla inglesa…

Mucho provecho podemos sacar los gallegos de la vida y la historia de Irlanda. Y entre las enseñanzas más interesantes de este estudio está la circunstancia de que Irlanda venció en su lucha contra Inglaterra no tanto por la violencia –que por desgracia tuvo que emplear– como porque el pueblo había expresado claramente su deseo de independencia, año tras año, en todas las elecciones que se celebraron, hasta que la victoria electoral del Sinn Fein en 1918 le dio una fuerza moral irresistible a la causa irlandesa. Y tampoco debemos olvidar cuanto contribuyó el amor a la antigua cultura nacional a estimular y encender el patriotismo irlandés y a darle una base firme al sentimiento de nacionalidad. Nuestra tradición tal vez no este tan viva en nuestro ánimo pero aun no se ha perdido su recuerdo…

Terminemos estas líneas con unas palabras de un entusiasta del celtismo. “estamos luchando por el idioma de los celtas, la tradición de los celtas y por la misión y el mensaje de los celtas en el mundo… En Gales no hablamos nuestro idioma como si nos avergonzáramos de él. Nos sentimos orgullosos de la expresión que ha dado a través de los siglos a los sentimientos más hondos y nobles del alma humana… Este no es un intento de crear en el reino británico una división de razas, unas frente a otras… Tenemos tanto cariño al Imperio Británico como cualquier descendiente de los sajones, los daneses o los escandinavos… Pero la variedad de matices, cada uno adaptado a la región en la cual se produjo, dan fuerza, variedad e interés al conjunto… No sólo es precisa la variedad de calidades sino la de matices… Y el matiz más distintivo de las Islas Británicas es el céltico. No os imaginéis que convirtiendo a los galeses, irlandeses y escoceses en ingleses de imitación unificareis o fortaleceréis el Imperio. Al contrario, lo debilitaréis… No os hablo como político sino como un celta que cree en la tradición, en la misión y en el mensaje de los celtas para el mundo entero. Por eso como celta galés, os suplico a los celtas escoceses que seáis fieles a nuestras gloriosas tradiciones y a nuestra misión en este mundo”.

¿De que soñador de que visionario céltico serán estas palabras?. Pues son un extracto de un discurso pronunciado en Escocia hace pocas semanas por un político tan práctico como el ex primer ministro de la Gran Bretaña Mr. David Lloyd George. No debe pues, ser tan extravagante hablar del espíritu céltico y de su importancia en el mundo. Nosotros también tenemos nuestra parte, quizá más pequeña y de distinto carácter, pero al fin, una parte de esa gloriosa herencia y de esa misión que inspiró el discurso del estadista inglés.

Cuando visité al profesor Eoin MacNeill, ex ministro de Instrucción Pública y ex presidente del a Cámara que fue uno de los inspiradores más activos de la rebelión y el organizador de los Voluntarios Irlandeses, y que es uno de los historiadores más eminentes de la nación, me recibió con las siguientes palabras:

“Cuanto me alegro de recibir una persona que viene de Galicia. Es usted de la tierra de nuestros antepasados”. Mucho me agradó esta frase, que me hizo sentir, como se siente siempre en Irlanda, la transcendencia que para Galicia tienen los lazos espirituales y las tradiciones que son la común herencia de los pueblos célticos. Nuestros descendientes irlandeses han conservado con más cariño que nosotros la tradición de su raza, por lo menos en sus manifestaciones culturales. Si queremos recobrar alguna parte de la tradición perdida es en su tierra donde tendremos que buscarla.

P. R. Castro